La Organización No Gubernamental (ONG) Ciudades sin hambre, ideada por Hans Dieter Temp, realiza la instalación de huertas urbanas en la ciudad de San Pablo, además de participar en la producción de huertas escolares. Creada en 2004, transforma espacios sin utilizar en centros de producción de alimentos orgánicos y fuente de trabajo e ingresos para muchas personas. Beatriz M., 11 años, entrevistó a Hans para saber más sobre las acciones de Ciudades sin Hambre.

¿Cómo surgió el proyecto Ciudades sin hambre?

Ciudades sin hambre es el nombre de la organización que incluye varios proyectos. Todo eso comenzó en 2004. ¡El año que viene vamos a celebrar 20 años de trabajo! Comenzamos a imaginar algo sostenible, donde las personas tuvieran la oportunidad de trabajar, ganar dinero y tener alimentación. Al comienzo, pensamos en varios formatos y el que más encajó fue la idea de aprovechar los espacios que tenemos en nuestra ciudad y que no son utilizados, generando, en muchos casos, solamente acumulación de basura. Entonces, la propuesta fue usar esos terrenos y transformarlos en polos de producción de alimentos y, al mismo tiempo, hacer que las personas que se encontrasen sin empleo tuvieran en esos espacios una oportunidad de ingresos. 

¿Cómo funciona el trabajo de ustedes?

Cuando nosotros comenzamos una huerta aquí en San Pablo, por ejemplo, trabajamos muy por debajo de líneas de transmisión de energía de Enel [empresa que se desempeña en el sector de la distribución de energía eléctrica]. Tenemos un convenio con ellos. Vemos un espacio que sería ideal para hacer una huerta y, entonces, vamos a Enel y pedimos autorización para usar aquel lugar. Ellos nos dan un documento, el contrato de comodato (especie de contrato por el que una propiedad, que puede ser un terreno, es prestada). Ese contrato autoriza al proyecto Ciudades sin hambre a trabajar en ese espacio. El segundo paso es buscar recursos financieros para que podamos implementar el proyecto. Enviamos emails a empresas, prefecturas, secretarías, a todo el mundo que nos pueda ayudar financieramente. A medida que conseguimos ese dinero comenzamos a comprar plantines, compuestos orgánicos, tierra con abono y todo lo que necesitamos. El último paso es seleccionar quien va a trabajar allí, generalmente personas que viven cerca de esos lugares, que están desempleadas y precisan un empleo. Además de eso, tenemos voluntarios, aquellos que se disponen a ayudar en el proyecto sin retorno financiero. 

“A medida que esos terrenos o esas áreas, que son problemas, son transformados en espacios de convivencia o de producción, se crea un impacto ambiental muy positivo.”

¿Cuál es la importancia de que las huertas se planten en la ciudad?

La importancia es gigantesca desde varios puntos de vista. Por ejemplo, desde el punto de vista ambiental: si hay varias áreas degradadas en tu ciudad, en tu barrio, eso genera algo muy negativo en los habitantes, para el municipio, para los administradores de la ciudad. Es algo que nadie quiere, pero es lo que más sucede hoy en día, ¿verdad? A medida que esos terrenos o esas áreas, que son problemas, son transformados en espacios de convivencia o de producción, se crea un impacto ambiental muy positivo. Desde el punto de vista social, un área abandonada pasa a ser utilizada como fuente de trabajo e ingresos. Recupera la situación social de varias familias. El tercer aspecto es el efecto económico. En un espacio que no era aprovechado para nada, creamos huertas con alto poder de producción de hortalizas y esas hortalizas se comercializan tanto a los habitantes locales, a consumidores de los alrededores, como a bares, restaurantes y comercios. A través de eso conseguimos generar recursos que son distribuidos entre las personas que trabajan en esas huertas. 

¡Que increíble! Eso ayuda a todo el mundo, yo estudié en la clase de ciencias sobre el impacto de las plantas en el aire. ¿Y cuál es la importancia de que los chicos realicen el proyecto del plantío de huertas en las escuelas?

El proyecto Huertas en las escuelas es lo que más me gusta. Estamos dentro de un contexto muy urbano, en una ciudad [San Pablo] de más de 11 millones de habitantes y, principalmente, los chicos son un público bastante impactado por ese urbanismo en el que vivimos día a día. Los niños de escuelas públicas o particulares están alejados de los elementos de la naturaleza. Ya casi ningún niño o niña de las grandes ciudades tiene contacto con vegetación, con huertas, con tierra, con plantas, y eso es una carencia en la formación de las personas porque ellas precisan saber cuál es la importancia de la tierra en nuestra vida. El proyecto de huertas escolares tiene un significado muy grande en su concepción, el de traer los elementos de la naturaleza para que los niños logren trabajar con ellos. Otra situación que sucede, por ejemplo, es que muchos chicos encuentran en las escuelas una forma de alimentarse. Entonces a medida que la huerta escolar produce bastantes alimentos, también podemos mejorar la alimentación que se sirve allí.

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