Información publicada en Joca 241
Otávio Roth fue un artista gráfico, ilustrador y diseñador brasileño. Trabajó en diversas partes del mundo, con obras centradas en temas como los derechos humanos y la paz colectiva. El Árbol es una obra de arte participativa, creada por Roth en la Escuela Internacional de la Organización de las Naciones Unidas (UNIS, sigla en inglés), en Nueva York, en 1990. Recorrió más de 70 países: Roth llevaba a cada ciudad los dibujos realizados por los niños del lugar anterior e invitaba al nuevo grupo a interactuar con la obra. El objetivo era conectar a jóvenes de todo el mundo a través del arte, creando un gran mosaico cultural.
Sophia L., de 13 años, participante del Club de Joca, entrevistó a Isabel Roth, curadora del Acervo Roth. A continuación, lo que conversaron.
¿Cuál es el papel de un curador? ¿Cómo es tu rutina?
La curaduría consiste en pensar la mejor manera de contar una historia a partir de la obra de uno o de varios artistas. Puede tratarse de una exposición de un solo artista o de varios, pero siempre se construye una narrativa para presentar esas obras al público, relacionándolas con temas del mundo. Esto requiere investigación: conocer la historia del artista y entender qué quiso decir con cada obra. Pensar qué llevó al artista por ese camino y la relación entre las obras no es fácil, es algo que toma tiempo y exige mucha investigación para poder crear las conexiones. El curador comparte su visión, pero nunca es única. El arte permite muchas interpretaciones, lo que hace que este trabajo sea tan hermoso.
¿Cuáles eran los sueños de Otávio Roth?
La obra de Otávio tiene elementos que se repiten: él hablaba de derechos humanos; incluso, realizó una serie sobre la Declaración Universal [de los Derechos Humanos] y actuó firmemente a favor de la democracia durante la dictadura. Pero hay dos cosas que se destacan mucho [en su obra]: el trabajo colaborativo y el humor. Roth invitaba a niños y adultos a crear con él, como en el proyecto El Árbol. Tenía una forma ligera y divertida de hacer arte. Era juguetón, le gustaban los chistes, estar con niños, y transmitir esa ligereza y afecto al mundo. Ese era precisamente el objetivo de El Árbol: integrar, de manera sutil, a jóvenes y personas de todo el mundo a través del arte y de los sueños.
¿Cuál era el perfil de los niños que participaban en este trabajo?
Los proyectos de Otávio fueron muy variados. Pasó años fuera de Brasil, investigando y creando en países como Estados Unidos, Noruega, Inglaterra, Japón y Tailandia. Su arte estaba destinada a integrar personas, usando el dibujo como lenguaje universal. El Árbol involucró a niños de más de 70 países. Trabajaba con todos los públicos, sin distinguir ni clase social ni edad. Creía profundamente en el poder del arte como lenguaje universal.
¿Cómo era viajar por varias regiones y países con esos dibujos?
Siempre que Otávio trasladaba El Árbol a un nuevo lugar, llevaba una parte de la obra anterior con los dibujos de los niños. Se los mostraba al nuevo grupo y decía: “Ahora es el turno de ustedes de continuar”. Así, por ejemplo, niños en Brasil continuaban los dibujos hechos en Nueva York. Algo que siempre notaba era cómo cambiaban los colores. Aunque se usaran los mismos materiales, en áreas rurales predominaban más los colores verdes, mientras que en las ciudades se veían más los rojos. Esto también variaba según las edades [de los niños] y la época del año. Los dibujos reflejaban lo que tenía sentido para cada grupo; los símbolos y la paleta de colores cambiaban según el lugar y la cultura de cada contexto. Niños y adolescentes también se expresaban de maneras diferentes.
¿Qué te motivó a ser curadora de arte?
Quien trabaja haciendo curaduría disfruta investigar, crear conexiones entre temas y contar historias a partir de las obras. Siempre me gustó mucho eso: estudiar, investigar, comunicar. Aunque estudié relaciones internacionales, veo una conexión entre mi carrera y mi trabajo actual, ya que también en esa área se construyen narrativas con historia, economía y política. Para mí, fue un camino muy natural, porque reúne todo lo que me gusta hacer.
Destaque
“Y ese era el objetivo de El Árbol: integrar, de manera sutil, a jóvenes y personas de todo el mundo a través del arte y de los sueños.”
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